Forgotten Gods
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Tremer De Corte (Bardo)

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Mensaje por Tremer Miér Mayo 08, 2013 6:33 pm

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[Off-Rol: La historia la postearé a continuación, cuando la termine.]
Tremer
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Tremer De Corte (Bardo) Empty Re: Tremer De Corte (Bardo)

Mensaje por Tremer Sáb Mayo 11, 2013 9:56 am

Fred Ross entró en la taberna, jadeando. Los presentes se volvieron para mirarle.
- ¿Hay algún curandero aquí?.- Dijo alzando la voz sobre la multitud. Todos callaron esperando alguna voz pero nadie habló.

- Parece que no Fred, ¿qué es lo que pasa?.- Preguntó el tendero que después de mirar a los lados se dirigió hacia Ross.

- ¡No lo entiendes! Mi hija está maldita y no se qué puede ser.- El hombre parecía realmente afectado. - Había oído que llegaron extranjeros y pensaba que quizá alguno fuera sanador.-

- Pues parece que ese alguien no se encuentra entre los presentes, ¿por qué no pides ayuda al consejo?.-

- ¿Qué crees que hice toda la mañana?.- El hombre apartó al tendero con una mano encallecida de tanto trabajar en el campo. - ¿No hay nadie que sepa nada?.- Todo el mundo calló.

- ¿Qué es lo que le pasa a tu hija Fred?.- Insistió el tendero.

- Parece... Parece como poseída por algún demonio... Los sabios creen que es... magia.- Los lugareños que se encontraban por ahí se giraron para mirarse los unos a los otros y hasta escupieron al suelo en señal de desconfianza y maldición. - Estoy desesperado.- Gimió.

- Puede que yo pueda ayudar.- dijo con una sonrisa Tremer. - Puede que esto sea una buena historia para contar.-

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El granjero junto con De Corte y un par de sabios del consejo se habían acercado hasta la casa de madera chapada donde estaba Cirell Ross.
Los ancianos habían escuchado la presentación de De Corte, alegando que él era un Bardo-Trovador aventurero que sólo se encontraba de paso. Los sabios se habían mostrado reticentes a delegar un asunto local a un extraño, pero no tardaron mucho en cambiar de idea y ahora sabía por qué:
Los gritos de Cirell se oían cuatro cuadras mas abajo.

- No debe preocuparse, mi hija no le hará daño. Pero grita improperios propios de bandidos.-

Tremer sonrió. - No me preocupo.- Y así entró en la casa.
Las paredes estaban hechas de madera de roble y selladas con barri. El calor se mantenía entre las paredes gracias a eso. La mayoria de los muebles estaban desvencijados y parecían viejos. Había velas por todas partes alumbrando la estancia con un brillo ténue. Los gritos de la muchacha se oían en las habitaciónes de atrás.

De Corte pasó las bajas puertas y se econtró en la habiación donde Cirell estaba recostada soltando frases incomprensibles y algunos insultos que harían que un marinero se avergonzara.
Tremer la miró un rato. Luego se acercó a ella. Cirell abrió los ojos y lo miró con mucho odio. Le soltó unos cuantos insultos pero al bardo no pareció afectarle. La agarró del brazo, le dio la vuelta y le levantó la camiseta. Luego la dejó estar y se acercó a la puerta donde había una escoba apoyada. Ella lanzó un chillido agudo y siguió zarandeándose en la cama.

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De Corte salió de la casa con un semblante serio.
- ¿Y bien?.- Inquirió Fred exasperado.
- Bueno.- Comenzó. Los demás lo animaron con las cejas a continuar. - Está claro que es magia.- Todos escupieron menos Tremer claro está. - Lo que debéis hacer buen señor es hacer lo que os voy a decir.-

- Por supuesto.-

- ¿Tiene usted cabra alguna?.-

- Sí, don De Corte.-

- Bien, preparad una tinaja con una taza de leche dentro, colocad un romero y ponedlo debajo de la cama de su hija.- Los presentes se miraron extrañados. - Esta fórmula la aprendí de una vieja curandera en las tierras del norte.- Explicó Tremer. - Dicta salir cualquier demonio de los cuerpos de la gente.-

El granjero se apresuró a hacer lo que le decían mientras los sabios acompañaban a Tremer hasta la posada donde los ciudadanos le habían proporcionado una cama mientras ayudara a Fred. Eso le había venido muy bien pues se ahorró unas monedas de plata.

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Claro que la leche y el romero no servían para un carajo. Era mas fácil de convencer a un ignorante de que la leche cura las maldiciones que de mostrarle que la magia no es un demonio. Tremer no estaba en el pueblo para eso, como había dicho estaba de paso. Pero esto le interesó sobremanera, ya le habían pagado la habitación. A ver qué mas eran capaces de pagar los aldeanos por unas mentiras y algunas verdades.

Caida ya la noche, el bardo salió con una lámpara en la mano en busca de respuestas. La lámpara era sorda por lo que podía escabullirse con facilidad. Se ajustó a Lirio en el cinto y metió a Didi en la mochila. La noche que le esperaba era larga.

A la mañana siguiente estaría ya en prisión.

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Fred estaba aterrado, él creía firmemente que lo que De Corte le había ordenado eran actos diabólicos pero así lo hizo y esperó algun resultado. Mas aún no sucedió nada. Y a las diez campanadas de la noche golpearon a la puerta. Su vecino, Leroy estaba de pié con cara de furia. Venía acompañado de guardias de la ciudad.
- Saludos, mis pensamientos están con tu hija, Fred.-

- Gracias.-

- He pillado al bardo acosando a mis muchachas esta noche, quisiera que estuvieras presente para acusarlo de brujo.- Los ojos de Leroy eran una fina línea en su rostro.

Ross estaba totalmente extrañado. No espero dos segundos antes de correr a la habitación de su hija y sacar la tinaja tapada para luego estrellarla contra la pared. Los gritos de Cirell se escucharon aún mas fuertes cuando se despertó de golpe.
- Lo siento querida, vuelve a dormir.- Le acarició el pelo con la mano.

- ¡Calla viejo estúpido!!.-

Fred salió con la gurdia escoltándolo. Estaba decidido a que Tremer pagara este acto de brujería.

- ¿Estás seguro de esto Leroy?.-

- Sí. La fecha en la que el brujo entró en la ciudad coincide con la posesión de tu hija.- La palabra “brujo” salió con desprecio de sus labios.

Parecía que el bueno de Tremer De Corte tenía los días contados.

-

A la mañana siguiente se celebró el juicio. Para empezar, Tremer no era ciudadano por lo que debía defenderse solo ante una multitud que lo acusaba airadamente. Luego, todas las pruebas apuntaban a él. Especialmente del truco de la leche y el romero. Sin embargo el bardo se mostraba sonriente y extrañamente bien descansado. Se había entregado a la guardia y había pedido expresamente que lo encerraran. Mas nunca había cambiado su sonrisa.

-¿Tenéis algo que decir en vuestra defensa?.- preguntó el sabio mas alto.
La gente rugió de furia con palabras de muerte.

- Sí.- Espero a que la gente disminuyera su furia para que pudiera hablar. - Creo que estas buenas gentes necesitan saber la verdad y voy a contarles exactamente lo que pasó.-

La gente lanzaba algún que otro grito para que lo quemasen pero susurraron por todo el pueblo lo que fuera a decir.

- Veréis, he de disculparme con Fred Ross, vuestro vecino, pues no he sido sincero con él.- Buuuh!! Quemadlo!!. - La leche y el romero no eran para nada, en realidad debía asegurarme de que no fuera usted el que maltrataba a su hija.-

- ¿Maltratar?.-

- Claro que usted no era, no es lo suficientemente listo como para llevar a cabo un ritual, pero Leroy si.- Primero pareció ofendido pero todos y cada uno de los presentes miraron a Leroy extrañados e igualmente sorprendidos.

- ¿Yo? ¡Imposible! Esto es un ultraje.- Siseó.

- Leroy no ha sido bendecido con una hija preciosa como vuestra merced Ross.- Señaló con las manos encadenadas. - Su hija, celosa, empujó a su padre a pedir ayuda “mágica” para maldecir a su hija. Pero la cosa no salió bien, algo se torció y la puñetera cría no paraba de gritar ¿no, maese Leroy? Había que hacerla callar y no se le ocurrió mejor cosa que cagarla a palos con la escoba.-

- ¿Tiene pruebas de esto De Corte?.- Mando a saber el consejo.

- Claro que sí.- Sonrió. - Verán, aún me sorprende lo que hacéis los campesinos por celos. No os preocupéis, os tendré en cuenta a la hora de cantar la historia del Cagapalos.- Tremer se echó el flequillo hacia atrás y tomó aire. - Ah si, la prueba. Veréis, Leroy no ha tenido mucho tiempo de esconder el pergamino que usó para maldeciros a vos, a vuestra hija y a toda esta buena gente. Su hija amablemente me ha descrito el escondrijo que tenéis en el sótano de vuestra casa. Si los guardias fueran tan amables de desencadenarme y buscar el pergamino.- Dijo con tono dolido.

Leroy estaba rojo de furia, algunos guardias lo retuvieron y esperaron a sus compañeros a volver.

- ¡Mentiras! Esto no es mas que brujería.-

- ¡Es cierto señor!.- Dijeron los guardias al volver con el pergamino y la hija del nuevo acusado, que vaya y sea de paso, era mas fea que el culo de un golem. - Aquí está el pergamino y la mujer dice que fue su padre.-

- Pero... ¿Cómo lo habéis hecho?.-

- Qué puedo decir. Soy Tremer. Me gusta esta ciudad, así que en compensación me gustaría ser nuevo ciudadano.-

El consejo aún asombrado cedió ante las peticiones del joven bardo. Fred fue siempre un buen amigo del trovador después de eso y su hija aún mas que desaparecida su maldición resultó ser una auténtica belleza encantadora.

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Fueron estos y otros actos los que llevaron al consejo a consultar siempre a De Corte hasta que le ofrecieron humildemente que se sumara a ellos como asesor. No era que le pagaran demasiado, pero Tremer sacaba algunas historias que podía cantar durante las fiestas locales.

Así fue la vida del trovador hasta que un día un grupo de aventureros se reunió en aquella misma ciudad.

[Off-rol: Historia corta que justifica la presencia de Tremer en la ciudad. Si hay que cambiar algo, avisame por mp.]
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